Mi celular suena exactamente a las 09:47 a.m. por la llamada de un amigo para contarme que el médico no le encontró ninguna anomalía en su cuerpo ya que se sentía desganado y adolorido éstos últimos días de la semana; con el sueño en la voz y el cansancio en los ojos le felicité por lo sucedido y luego volví a tapar mis manos entre las sabanas calientes de tela gruesa y cubrecama de plumas, los cuales después tuve que alejar de mi ya que no podía volver a reconciliar mi sueño.
Me senté en el frío sillón de cuero sintético con patas de maderas rasguñadas por el tiempo y el gato, y encendí el computador para ver mis series matutinas que me quitan la vida cada segundo por cada pixel que recorre mi vista; no tenía nada más interesante que hacer o pensar, ya que mi Universidad se la tomaron mis compañeros para que el Director entienda nuestras peticiones de un trato justo y digno tal como el impresionante arancel que pagamos con el sudor de nuestros padres, así que por ahora no tenia ni Matemáticas ni Química General en mi cabeza.
Entre escenas de diálogos y cortes con mucha sangre, decidí que era la hora de desayunar, bajé las escaleras peldaño por peldaño ya que la fobia a volver a caerme me llega al inconsciente como el tic-tac de un reloj de cuerda, además que hay que sumarle la constante de que el gato siempre estará bajando al compás de mis pasos entrecruzándose de una pierna a otra y así continuamente, pareciendo que su malicia interior despierta en ese momento para hacerme caer con tanta gracia que por dentro se ha de reír a maullazos.
Como la flojera profunda que tiene cada uno en la mañana me llego pesada, no quise esperar a que la tetera hirviera y simplemente mezcle en un tazón de porcelana china un poco de cereal con yogurth de durazno que había comprado el día anterior, y me propuse a comerlo con un cuchara de plata mientras subía la escalera, y una vez vuelto al sillón de color café obscuro con las patas arañadas, vi que la luz del día nublado ya no estaba.
El día de la "Colusión" había comenzado otra vez como cada mes que se efectúa éste, donde la conformación del cielo cambia de forma a cualquiera que una persona al azar haya pensado en su sueño, o también puede ser pesadilla; el mes pasado le tocó a un niño que vivía en Inglaterra presentar su imagen de su pesadilla y ésta resultó ser un río de sangre voluminoso corriendo tras una gradiente infinita de concentración, presentando grandes manchas de coagulación entre medio del baño rojo y fibras que parecían ser aun más obscuras.
Este día tocó como cielo fracciones monocromáticas de blanco y negro: un tablero de ajedrez infinito que se pierde en el horizonte del océano pacífico, donde las tabletas blancas se veían como leche moviéndose de un lado a otro, y en las negras se podía ver aun las definiciones y contornos de las nubes desplazándose en contra de nosotros, llevándose al sol con ellas, y a la vez, a la luz, dejando el día como noche y la noche como negro pecaminoso.
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